domingo, 8 de junio de 2014

Aquellos cines de verano


Aquellos cines de verano

Hace varios años que por la Red circula, entre cientos de fotos del Jaén antiguo, esta imagen tan evocadora de tiempos pasados como de costumbres que perdimos. Corresponde al cine San Lorenzo, de verano, naturalmente. Una sala a cielo abierto que no sólo tenía la virtud de abrirnos los ojos al mundo extraordinario y fantástico del cine, sino de crear una especie de complicidad entre los asistentes a la proyección, por las especiales características del lugar, favoreciendo una comunicación interpersonal que prácticamente ha desaparecido, de manera particular en Jaén, donde las únicas salas de cine que quedan, de invierno, naturalmente, están en una gran superficie situada a kilómetros del centro de la ciudad, en el extrarradio. Con la imagen del cine San Lorenzo vienen a la memoria de quienes ya pasamos la frontera del medio siglo otros como el Cinema Jaén, el Jardín Cinema, el Rosales, el Avenida, la propia Plaza de Toros, el Auditorio y también el Cine Museo, tal vez el primero de estos en caer, casi al mismo tiempo que lo hizo el propio San Lorenzo, con el que guardaba un cierto parecido morfológico, con sus gradas de general -también las tenía el Jaén-, sus entrada al patio de butacas pasando bajo la pantalla -aunque sin el "escenario" del San Lorenzo- e incluso el pequeño bar en el que comprábamos pipas y gaseosas, porque las majoletas ya nos las vendían en los puestos colocados estratégicamente junto a la taquilla, y con ellas el trozo de caña hueco que los más gamberros convertían en cerbatanas con las que desde general asaeteaban los cogotes de quienes tenían el "privilegio" de poder pagar la entrada para sentarse en el "patio de butacas".