martes, 21 de agosto de 2012



Epílogo para una estación solitaria

Ya no quedaba nadie en su único andén. Las puertas habían cerrado para siempre. Ni siquiera el reloj que marcó el momento de las despedidas, muchas para no volver, ¡tantas con lágrimas en los ojos!, ya había desaparecido. Pero la estación de Jaén, la vieja estación de Renfe que dio nombre al kilómetro que separaba el centro de la ciudad de las vías que estrangulaban su propia expansión, seguía ahí cuando se tomó la imagen, con la misma sobriedad con que fue levantada en 1881 siguiendo los modelos al uso en la época y por mucho que en 1970 intentaran hacerle un lavado de cara. La imagen es la de los recuerdos que cada uno tenga de ella. Unos mejores, otros peores, pero todos parte de una irrenunciable historia personal.

lunes, 20 de agosto de 2012


La Magdalena, por el Arrabalejo

La Cofradía del Santísimo Cristo de la Clemencia ha sintetizado desde siempre el sentido de cofradía de barrio, de ahí el sobrenombre de La Magdalena, a secas, como corresponde a su barrio matriz. A ello se une que, en su prolongado recorrido por las calles de Jaén, la de la Clemencia también se convierte en cofradía de otros barrios, como el del Arrabalejo. La imagen es de 1977 y corresponde al transitar del paso del Cristo de la Clemencia por la calle Millán de Priego, con  el telón del fondo del antiguo caserío, posteriormente transformado casi en su totalidad.

domingo, 19 de agosto de 2012



La caída de un símbolo

Cada barrio tiene algún símbolo que une, y tal vez perpetúa, los recuerdos de una generación entera; o de más de una generación. En el Arrabalejo, uno de esos símbolos era el quiosco de chucherías y prensa que durante décadas, puede que más de cuatro, se levantó cimentado sobre el cantón de las eternas noches de charla en los veranos tórridos de Jaén. Junto a las escalerillas del cantón, el quiosco vio pasar también familias de propietarios que formaron parte del barrio. Hasta que todo aquello acabó, tal vez fruto de la remodelación de la calle y la desaparición del cantón; quizá porque el negocio ya no daba para más. Sea como fuere, valga la imagen de su demolición como recuerdo de aquel quiosco que tanto surtió al barrio de golosinas, noticias y aquellos pequeños juguetes (indios, montaplex y similares) que en los años sesenta hicieron las delicias de los más pequeños.



Una curiosidad con historia

En la calle Arroyo de San Pedro, en una esquina del soso bloque de pisos que ocupa lo que fue solar de la desaparecida iglesia de San Pedro, existe un sencillo azulejo que recuerda que en aquel templo recibió las aguas bautismales el universal guitarrista Andrés Segovia, el día 24 de marzo de 1893. Hijo de un jiennense, Bonifacio Segovia y Montoro, y una malagueña, Rosa Torres Cruz, el artista había nacido en Linares, unos días antes. Dicen algunas biografías que por accidente. El caso es que ni el propio Andrés Segovia explicó nunca el porqué de su nacimiento en Linares y su posterior bautizo en Jaén. Una historia curiosa, o una curiosidad con historia que pocos conocen y que un simple azulejo se encarga de recordar.